lunes, 27 de octubre de 2014

"A cada rato los rafagueaban y no les importó que hubiera niños"

CHILPANCINGO, Gro., 27 de octubre de 2014.- Son 32 comunidades de San Miguel Totolapan las que se encuentran sitiadas.

Por sicarios de dos grupos del narcotráfico dominantes en Guerrero y que tienen presencia en la región Centro, Norte y Tierra Caliente del estado, según relata un testimonio entrevistado por El Sur.

Él caminó 14 horas desde su comunidad, enclavada en la sierra de San Miguel Totolapan, hasta el municipio de Tlacotepec. Lo hizo entre montes y veredas, escondiéndose entre ramas secas y barrancas, "rogando a Dios" no ser interceptado.

Junto a tres acompañantes, por sicarios al servicio de la Familia Michoacana o de los Guerreros Unidos, grupos criminales que se disputan el control de esa zona de la entidad, y que a su paso han dejado a niños huérfanos y hogares enlutados.

Él tiene nombre, pero le gana el miedo y prefiere no identificarse.

Desde hace dos meses se desató una guerra en comunidades de la sierra de Tierra Caliente que ha obligado a familias enteras a abandonar sus pueblos.

Las que tuvieron menos suerte quedaron ahí, atrapadas, encerradas en sus casas esperando a que el gobierno las ayude antes de que el narco les arrebate lo único que aún les queda, sus vidas.

Quien relató la situación que priva en ese lugar explicó que cientos de familias están atrapadas.

Asegura que es imposible abandonar los pueblos.

En la carretera que comunica con Arcelia y la que lleva a Tlacotepec

–las únicas salidas de San Miguel– hay retenes de sicarios de ambos grupos que impiden el paso de cualquiera que intente viajar por esas vías.

Recordó que en esta semana, desde la noche del lunes hasta la tarde del martes, la comunidad de Piedra Concha estuvo sitiada por sicarios.

En esa ocasión arremetieron contra todo.

"Le dispararon a las casas y a los pocos vehículos que hay ahí, todos se escondieron.

Desde el lunes hasta el otro día, el martes, las familias estuvieron encerradas, cubriéndose con lo que podían, a cada rato los rafagueaban y no les importó que hubiera niños; ya después se fueron".

Él llegó a Chilpancingo junto con otras tres personas con la encomienda de buscar a las autoridades estatales y federales para pedirles auxilio, suplicar que ingrese el Ejército mexicano a las comunidades de San Miguel Totolapan y estén ahí permanentemente, no como lo saben hacer, que suben ocho días y regresan.

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