lunes, 18 de agosto de 2014

La huella de la guerra contra el narco en Sinaloa

Culiacán, Sinaloa. Doña Rafaela Rocha encontró el cadáver de su hijo Isaías el 2 de noviembre de 2008, a la orilla del camino que va a Mojolo, detrás del fraccionamiento Las Cumbres, en Culiacán.

Ni sus suplicas, ni las marchas de familiares y amigos pudieron frenar la ejecución de Isaías Marco Antonio Rodríguez Rocha, estudiante de sistemas computacionales de la Universidad de Occidente, quien fue secuestrado el 16 de octubre de ese 2008, cuando se encontraba con unos amigos sobre el bulevar Rotarismo.

La familia Rodríguez Rocha había colgado en varios puentes de la ciudad mantas con mensajes que suplicaban a los secuestradores que devolvieran sano y salvo a Isaías. Nada sirvió. Diecisiete días después, lo ejecutaron.

Doña Rafaela levantó, entonces, un cenotafio en el lugar donde su hijo apareció muerto. Desde hace seis años lleva flores y veladoras. Isaías "vive" ahí.

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"Sandra" limpia y riega desde hace más de mil 430 días las flores que ha cultivado alrededor del cenotafio que marca el lugar en que Genaro Picos Cárdenas fue asesinado.

En la base de una cruz de mármol se lee el nombre de Genaro, su fecha de nacimiento y el día en que lo mataron: 15 de octubre de 2010.

Una pequeña lona se extiende junto a esa construcción: en ella se ve a Coco, como le decían, al mando de una cuatrimoto, haciendo con los dedos la "V" de la victoria.

Genaro tenía 29 años el día en que fue atacado desde otro auto con fusiles AK-47 cuando conducía un automóvil BMW sobre el bulevar Norma Corona.

Desde ese día, "Sandra" acude todos los días a limpiar el pequeño monumento que levantó en memoria de su pareja.

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Una equivocación. Once días después del año nuevo de 2011 una adolescente y dos jóvenes fueron asesinados por equivocación en las calles de colonia STASE II.

Diana Domínguez Esparza, de 16 años; Jesús Ruiz Quiñónez, de 20; y José Osorio Rosas, de 25 años, viajaban en una Hummer. Fueron confundidos por quienes les dispararon en más de 100 ocasiones con AK-47.

Desde ese día, un pequeño ángel y una veladora con la imagen de San Judas Tadeo resguardan los pequeños monumentos que marcan el lugar donde los jóvenes fueron masacrados.

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La huella de la guerra contra el narco en Sinaloa se ha esparcido por un gran número de calles, avenidas y brechas, donde se han erigido decenas de pequeños monumentos llamados cenotafios.

Esas pequeñas construcciones buscan preservar el recuerdo de los caídos, en el lugar preciso en que tuvieron su último momento de vida.

Según la Real Academia Española, un cenotafio es un pequeño monumento funerario en el cual no se encuentra el cadáver de la persona a quien se dedica. Wikipedia señala que un cenotafio es una tumba vacía, o monumento funerario erigido en honor a una persona, o grupo de personas, para las que se desea guardar un recuerdo especial.

El Ayuntamiento de Culiacán calculó en 2013 que en la ciudad existen 300 de esos monumentos, pero organismos de derechos humanos señalan que el número es mayor a 500.

En marzo de 2013 el Ayuntamiento echó a andar un programa que pretendía "limpiar la ciudad de cenotafios, cruces y lonas con el propósito de quitar esa imagen de ciudad violenta ante los visitantes".

Emma Karina Millán Bueno, entonces responsable del programa, aseguró que se colocarían placas y que el retiro de cenotafios sería voluntario, pues no pretendía ofender a las familias. "Se pretende respetar el duelo, el dolor de la familia, porque no es cuestión de años, no es que haya pasado hace 10 o 25 años; pudo haber sido ayer, siente que es una costumbre que hay que preservar porque es el último suspiro de la gente en ese lugar".

A fines del año pasado, la funcionaria aseguró que habían retirado ya 100 cenotafios, pero la colocación de los pequeños monumento no se ha detenido

En la medida en que se registran homicidios en el estado, en esa misma medida florecen nuevos cenotafios, los dolorosos recuerdos del panteón en que la ciudad se ha convertido.

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El cenotafio más imponente por su tamaño y lo que significa es el levantado en memoria de Édgar Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, preso actualmente en el penal de La Palma.

El 8 de mayo de 2008, en pleno auge de la guerra dentro del Cártel de Sinaloa, el hijo de El Chapo fue asesinado en el estacionamiento del centro comercial City Club, al norte de Culiacán. Junto con Édgar fueron asesinados sus primos César Loera Guzmán y Arturo Meza Cázares.

Los tres jóvenes fueron atacados por "error" por un comando de pistoleros vinculados al mismo Cártel de Sinaloa.

En el lugar en que los jóvenes cayeron, fue erigida una gran cruz de cantera, de dos metros de alto.

Desde ese día, al cenotafio del hijo de El Chapo nunca le faltan flores, globos y veladoras. Tampoco vigilantes.

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