viernes, 11 de mayo de 2012

Más desaparecidos por crimen organizado en México - El Nuevo Herald

La violencia del crimen organizado sembró de muerte a México en el último lustro pero también deja, sobre todo en el norte del país donde los narcotraficantes imponen su ley, desapariciones de hombres jóvenes cuyas familias los buscan ahora desesperadamente.

Víctor Rodríguez, de 28 años, originario de Tijuana que trabajaba en una empresa de importación de autos, desapareció en el estado de Cuahuila (norte) en 2009 cuando regresaba por carretera de un viaje de trabajo con su jefe y un amigo.

"Sabíamos que salían el 11 de mayo a la 1 de la mañana y llegaban a Tijuana al día siguiente, pero no hemos sabido nada de ellos hasta ahora", explica su madre, Adriana Moreno.

Presentaron la denuncia, sin conseguir avances. "Tú haces las investigaciones, te vuelves detective. Todo lo mucho o lo poco que les acerques a las autoridades es lo único que avanza la investigación. No te van a regresar llamadas, no se van a comunicar contigo. Tienes que estar encima", se lamenta la mujer.

Ésa es la tónica de estos casos. "No hacen nada o por temor (al crimen organizado), por colusión o por ambas cosas", afirma Juan López, asesor de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (Fundem), que reúne a cientos de familiares de desaparecidos en todo el país.

Este jueves, cuando se celebra el día de la madre, cientos de personas, entre ellos familiares de desaparecidos, se manifestaron en la capital mexicana para exigir que se agilicen las investigaciones para localizarlos.

Al grito de "vivos se los llevaron, vivos los queremos", manifestantes con cubrebocas con la leyenda "¿dónde están?", recorrieron las calles portando imágenes de desaparecidos.

Recuentos de prensa cifran en más de 50.000 los asesinatos en México relacionados con la violencia del crimen organizado desde diciembre de 2006, cuando el presidente Felipe Calderón lanzó un operativo militar antidrogas.

Pero sobre desaparecidos no hay ningún conteo. En abril de 2011, la Comisión Nacional de Derechos Humanos registraba más de 5.000 desde 2006, pero se teme que sean más. "Cifras conservadoras los calculan en 10.000", asegura López.

Gabriela Mejía busca a dos hermanos, Carlos y Ricardo, que fueron llevados por hombres armados y encapuchados junto a otros siete compañeros con los que trabajaban colocando antenas para una empresa telefónica.

"Se hicieron todas las denuncias y nos dijeron que nosotros debíamos aportar una línea de investigación", es decir la hipótesis de quiénes podrías ser los secuestradores, dice Mejía. Como no pudieron hacerlo, archivaron el caso.

Juan López destaca que la Fundem se ha reunido varias veces con el ministro de Gobernación (Interior), Alejandro Poiré; con la fiscal federal, Marisela Morales, e incluso en un par de ocasiones con el presidente Calderón.

"Medio nos reciben, medio se conduelen, pero no aparece persona alguna", se lamenta. "No saben qué hacer. Están paralizados, considerando que en la mitad del territorio nacional, del norte de Querétaro (unos 220 km al norte de Ciudad de México) para arriba, quien gobierna no es el gobierno, es el crimen organizado", agrega.

López advierte que algunos desaparecidos son "jóvenes que están siendo enrolados de manera obligatoria por el crimen organizado, en una especie de leva forzosa".

A esta posibilidad se aferra Marco Antonio Villanueva, que hace un año busca a su padre y hermano, campesinos del estado de Guerrero (sur), que fueron a buscar un vehículo a la frontera con Estados Unidos y al regresar desaparecieron sin dejar rastro en Coahuila.

Hace unos cuatro meses en ese estado las autoridades rescataron a 41 personas secuestradas por narcotraficantes. "No los tenían para extorsionar a los familiares sino para que trabajaran a favor (del cártel) de Los Zetas", subraya.

"Yo quiero pensar que ése sea el caso de mis familiares, que no estén muertos y que en cualquier momento los encuentre", pues "ya desistí de estar cuestionando a las autoridades, porque ya ni me reciben las llamadas", manifiesta.

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